Los antecedentes de la
Teoría del Aprendizaje Colaborativo se remontan a la historia del
hombre, es clave para la evolución del humano. A través del intercambio,
la socialización de procesos, la obtención de resultados, la actividad
grupal, la experiencia de trabajo, el desarrollo de sus manos, la
aparición del lenguaje, la articulación de palabras, la creación y
recreación de ideas y su aplicación práctica se logró la evolución del
cerebro.
Hasta
los siglos XVI, XVII y XVIII aparecen las primeras tendencias pedagógicas
que ponen énfasis en el aspecto grupal de la educación, de la ventaja
de enseñar a otros para un aprendizaje entre iguales; Charles Gide
fijó las bases del sistema cooperativo (Andrade, 2010).
A
partir del siglo XIX se empieza a difundir en Estados Unidos el
aprendizaje cooperativo; en 1806 Francis Parker abrió una
escuela lancasteriana en Nueva York aplicando el aprendizaje
cooperativo establecido como método. Por su parte, John Dewey
elaboró un proyecto metodológico de instrucción en el que se promovía
el uso de los grupos de aprendizaje colaborativo, y del que se
deriva la comprensión del individuo como un órgano de la sociedad que
necesita ser preparado para aportar trabajo, intelecto y constructos.
El
Método de Aprendizaje Colaborativo implica continuidad de la concepción
del aprendizaje activo que se arraigó en Estados Unidos en toda esta
etapa, redimensionado a partir de los resultados de los
experimentos clásicos de la psicología social acerca de
las estructuras grupales competitivas, colaborativas y cooperativas
(Andrade, 2010).
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